A muy pocas personas les gusta realmente hablar en público y lo disfrutan con naturalidad como un acto de compartir y comunicarse.
Cuando no nos queda más remedio, nos preparamos bien nuestra presentación, ensayamos una y otra vez, memorizamos...y, a la hora de la verdad, nos venimos abajo y hasta puede que nos bloqueemos. Esto nos frustra y no entendemos porqué, después de tanta preparación, no hemos sido capaces de sacar adelante nuestro discurso.